Festivales
En "Los Festivales y su Significado", Rudolf Steiner explora el papel esencial de los festivales en la vida cultural y espiritual de la humanidad. Steiner argumenta que los festivales no son meramente eventos sociales o celebraciones estacionales, sino que tienen un profundo significado espiritual y pedagógico que ayuda a conectar a las personas con ritmos cósmicos y ciclos naturales.
Steiner sugiere que los festivales sirven como momentos de integración entre el individuo y el cosmos, reflejando las etapas del desarrollo espiritual de la humanidad y de la Tierra. Cada festival está alineado con una fase específica del año, como las estaciones o los movimientos astronómicos, y actúa como un puente entre el ser humano y los ciclos naturales. Así, celebrarlos proporciona una oportunidad para armonizar nuestra vida cotidiana con estos ciclos universales.
El autor también explica que los festivales tienen una función educativa importante, especialmente en la formación de los niños. A través de la celebración de estos eventos, se enseñan valores y conocimientos que ayudan a los jóvenes a comprender mejor su relación con el mundo natural y espiritual. Los festivales permiten experimentar y vivir estos ciclos de manera activa, lo que contribuye a un desarrollo equilibrado del individuo.
En Papalote, celebramos el Día de Muertos de manera muy diferente.
Cada año se elige una temática entre todo el personal de maestros y administrativos sobre la cual basamos nuestra celebración, por ejemplo: la cultura mexicana, la cultura africana, el árbol de la vida, etc.
Es un tiempo en que alumnos, papás y maestros disfrutamos mucho porque festejamos en grande y hacemos comunidad. ¿Cómo hacemos comunidad? Semanas antes del 30 de octubre papás y maestros se juntan para hacer lluvia de ideas sobre cómo decorar la escuela, es un tiempo maravilloso en el que los niños observan a sus padres desfilar por el patio y ver cómo trabajan para devolver algo de lo mucho que nos regala la escuela. Adornan pasillos, árboles, salones, área de juegos y cuantas esquinas se les ocurran para crear la noche más mágica del año en la que transformamos la escuela de una manera increíble y se convierte en el escenario de nuestra celebración.
Para la Pedagogía Waldorf seguir el curso anual a través de las festividades, es la forma de conectar al niño con su entorno natural. El niño a través de la imitación de las actividades diarias de preparación de estas fiestas, vivencia el significado de los valores que hay detrás de cada festividad.
Por ello cuando llega el equinoccio de otoño se celebra la fiesta de Micael. El personaje en que se inspira esta fiesta es el arcángel Miguel.
Micael es un símbolo que representa el esfuerzo de nuestro Ser interno, de nuestra esencia, en su afán de trascender las fuerzas involutivas propias de nuestra parte humana como son los miedos, los apegos y las creencias.
Los días se hacen cada vez más cortos y las noches más largas. Es entonces cuando festejamos la Espiral de Adviento; justo 4 semanas antes de Navidad. Es la época en que todos los pequeños del preescolar corren felices cantando canciones de Navidad y podemos ver en sus caras la alegría y la emoción de estas celebraciones.
En Preescolar, cada niño entra a dicha espiral con mucha naturalidad. Con la mirada fija en la vela del centro, acompañada por una sonrisa discreta. Con emoción encienden su vela y el camino de regreso es entonces muy lento y con mucha concentración. Escoge un lugar dentro de la espiral para colocar su vela y regresa a su asiento. Canciones navideñas se escuchan suavemente como fondo. Poco a poco pasan todos los niños del grupo. Y al final nos quedamos todos observando la espiral llena de luz.
¿Qué sentido tiene?
La caminata dentro de la espiral representa nuestro camino a la introspección. Justo en los meses de invierno, es cuando nos quedamos en casa. Sobre todo en los países que cuentan con climas extremos. Las fuertes nevadas y el intenso frío no permiten salir con facilidad.
Conforme el otoño avanza, la temperatura va bajando cada vez más, el aire se siente más frío, el sol más bajo y los días cada vez se hacen más cortos. Es en esta época que empezamos a notar en la naturaleza el proceso de atenuación gradual de la luminosidad y esto nos lleva a la necesidad de compartir nuestra luz interna, (simbolizada en los faroles), con todos los que nos rodean.
Al compartir la luz de nuestro farol podemos ver claramente como no la perdemos nosotros, y más importante aún que logramos ir acrecentando la iluminación y calidez que esta brinda cada vez que encendemos el farol de alguien más. Por esta razón, la Fiesta de los Faroles está relacionada con el valor de COMPARTIR, dar a los demás y apreciar todo lo que recibimos cuando lo hacemos. (García L., Sánchez D., 2018)
Cuenta la leyenda que un soldado romano se encuentra a un mendigo a su paso, estaba sentado en el piso. El clima era muy frío; por lo que bajó de su caballo y rasgando su capa en dos partes, le dio la mitad para que pudiera abrigarse con ella.
Esa noche soñó que Cristo aparecía y le decía que aquel mendigo que ayudó, era él. Al paso del tiempo San Martín deja el ejército y se dedica a la iglesia. Su comunidad lo quería mucho y le pedían que fuera obispo; sin embargo, él no quería dicha responsabilidad, negándose a la petición. Su comunidad no dejaba de insistir; por lo que una noche se escondió en el bosque para ocultarse: La gente fue a buscarlo, alumbrándose con faroles para poder ver en la obscuridad. Al ver esto San Martín, se dio cuenta que era importante convertirse en obispo para ayudar a su comunidad que se brindaba con tanto cariño a él.